Opinión: Balance de las energías renovables en la Argentina en el año de la pandemia
Por Nicolás Eliaschev*
Nunca olvidaremos este año, cualquier cosa que hayamos imaginado en diciembre de 2019 respecto del 2020, queda como recuerdo de algo muy remoto.
Hemos tenido (y tenemos aún) la pandemia y sus efectos.
En medio de semejante evento global, intento aquí un balance sobre la actividad de la energía eléctrica de fuente renovable en la Argentina, y ciertas propuestas desde este humilde lugar.
Introducción
Como todo aquel que trabaja en este sector, suelo entrar a https://despachorenovables.cammesa.com/ en forma recurrente para consultar en tiempo real cuál es el porcentaje de la demanda de energía eléctrica que en cada minuto está siendo abastecido con fuentes renovables. Por ejemplo, mientras empiezo a escribir estas palabras, ese porcentaje es el 11,01 %.
Además, la página nos indica que hace unos pocos días, el 8 de diciembre pasado, se obtuvo un récord de cubrimiento de demanda del 23% a las 8:55 am.
Los números son, en mi opinión, sobresalientes para el sector de las renovables, aun cuando haya quien pueda decir que su robustez se debe a factores coyunturales como la reducción de demanda como consecuencia de la pandemia o que los primeros días de diciembre hayan tenido menos calor del habitual.
Al 31 de diciembre de 2019, según el Informe Anual de CAMMESA se registraba una potencia instalada de energía eléctrica de fuente renovable que ascendía a 2592 MW. A la fecha, según la citada página de despacho de CAMMESA, ese número es 4116 MW.
Es decir que en estos meses de pandemia se instalaron en el país 1592 MW de potencia de fuente renovable. Esa cifra es extraordinaria. Y el año no terminó.
Según CAMMESA, en 2019 las renovables abastecieron un 6,1% de la demanda, mientras que, al 31 de octubre de 2020, ese número era del 8,7%. Restará ver qué pasa en los dos últimos meses, pero con los ingresos que ha habido es dable esperar una revisión hacia el alza de ese indicador.
Los números son, entonces, claramente positivos. Vale la pena preguntarse si el balance puede limitarse a esas cifras o si es necesario considerar algunos factores adicionales.
Perspectivas y conceptos
¿Qué perspectiva se adopta al momento de analizar una realidad sectorial como la de las renovables y con qué objeto?
Hay una aproximación crítica que pone de resalto deficiencias y problemas que, en el extremo, puede ser de un excesivo pesimismo para llegar incluso al nihilismo o cinismo.
Existe también una perspectiva positiva que, si ignora los problemas, puede pecar del llamado optimismo bobo.
Pero también existe aquello que el Presidente Obama llamó optimismo realista. Una visión positiva que no ignora ni problemas ni desafíos pero que, en lugar de limitarse a la mera crítica, avanza con propuestas concretas y la búsqueda de comunes denominadores, y consensos.
En esta visión, los cambios a veces son incrementales y moderados, pero una serie de cambios incrementales y moderados que se prolonga durante años deja de ser reformista y a la larga es revolucionaria. Como Obama ha dicho, la curva del progreso no es lineal, sino más bien un zigzag hacia adelante.
Esta es la visión que defiendo: optimismo realista, propuestas concretas que recorren un sendero de políticas continuas e incrementales, comunes denominadores y consensos básicos.
Agrego que, en el medio de la pandemia y de retóricas a veces exacerbadas desde todos los ámbitos, las propuestas concretas, acompañadas de un tono constructivo, tienen más probabilidad de generar valor que las retóricas rimbombantes.
Defiendo esta visión para la política pública en energía en general y en las renovables en particular porque, precisamente, al ser la actividad energética de capital intensiva, al requerir el sector importantes inversiones de largo plazo, nada sirve mejor al desarrollo energético que las políticas estables, continuas e incrementales, y los consensos en torno a puntos de encuentro básicos.
La Argentina tiene más consenso energético que lo que aparentan los discursos. Algunos ejemplos de esos consensos, ajenos a las renovables, ilustran mi punto. Así es posible decir que, aún con idas y vueltas, el país ha apostado desde el año 2013 y en forma ininterrumpida desde entonces, al desarrollo de los yacimientos de hidrocarburos no convencionales, en especial, fomentando el incremento de la producción de gas natural.
En renovables, ese consenso también está claro. Todas las leyes sectoriales (Ley 26.190, Ley 27.191 y Ley 27.724) fueron sancionadas con mayorías sustanciales que expresan apoyos que trascienden fronteras partidarias.
Desde el año 2009, la política para la generación de energía eléctrica de fuente renovable se ha mantenido. Sus puntales básicos son: incentivos fiscales, contratos de largo plazo denominados en USD donde CAMMESA actúa como parte compradora y garantías soberanas.
En el año 2020, la Argentina cumplió once años de ejecutar esos contratos de largo plazo en forma continua y regular.
Algunos datos positivos más allá de los números
En el año que está terminando, el actual Poder Ejecutivo contribuyó en forma positiva al sector de las renovables:
- Mediante la Decisión Administrativa 468/20, la Jefatura de Gabinete habilitó en forma muy temprana (y por ello oportuna) la calificación de las obras privadas de infraestructura como actividades esenciales. Ello contribuyó a la puesta en marcha de proyectos por 1592 MW de potencia.
- A través de varias comunicaciones sucesivas, la Secretaría de Energía suspendió los plazos de los contratos, dando alivio a los proyectos, visiblemente afectados por la pandemia y las medidas a nivel mundial para su contención.
- Entre los meses de enero y de marzo se firmaron varios contratos de la ronda 3 de RenovAr, también conocida como MiniRen.
- Desde el punto de vista estructural, la exitosa renegociación y restructuración de la deuda externa fue clave para la buena salud de los proyectos con deuda estructurada como project finance de largo plazo con multilaterales y ECA, aventando riesgos de cross-default.
- En términos ambientales, el Gobierno acaba de anunciar un significativo compromiso en el ámbito multilateral con la reducción de gases de efecto invernadero, otra área de gran consenso político. Tal esfuerzo sin dudas deberá favorecer la expansión de las renovables.
Por fuera de la esfera puramente política, debe destacarse la labor operativa y técnica de CAMMESA que, en su carácter de órgano encargado del despacho, está haciendo una gran tarea de integración de las renovables en el SADI, más allá de conducirse con gran profesionalismo y prolijidad en su rol de comprador en los contratos de largo plazo.
Finalmente, se destaca la salud y robustez del MATER que, a pesar de todos los desafíos, goza de buena salud y ha concitado un interés creciente de generadores, comercializadores y grandes usuarios.
Deudas y desafíos pendientes
Quien haya leído el párrafo anterior podrá acusarme de caer en el optimismo bobo que antes señalé. ¿Acaso todo es color de rosa?
Ciertamente los problemas son muchos y son acuciantes. Entre los desafíos pendientes hay cuestiones puntuales y otras estructurales. A continuación, se listan algunas:
- Es necesario definir la situación de los proyectos que no comenzaron a ejecutarse, tanto por el bien de esos proyectos como por la posibilidad de un beneficio sistémico a partir de la eventual liberación de ciertas capacidades de transmisión o la oportunidad para la realización de esos proyectos.
- Debe definirse cómo continúan las contrataciones de energía eléctrica de fuentes renovables a gran escala de cara al cumplimiento de los objetivos de consumo de la Ley 27.191 (con lo instalado y a habilitarse en el 2021 no alcanza); gran parte de esa definición también depende de la determinación de cómo se ejecutan las ampliaciones de transmisión indispensables para la instalación de generación adicional.
- Desde la perspectiva del sector eléctrico en su conjunto resulta importante una normalización de precios y tarifas. En esa misma línea, es importante el pleno restablecimiento de la vigencia plena de la Ley 24.065 y de todas sus instituciones.
- Desde el punto de vista estructural, las restricciones cambiarias (cepo) y dificultades asociadas, complican severamente el funcionamiento de las compañías y constituyen un desafío para cualquier inversión nueva.
- También desde el punto de vista estructural resultará importante, en la senda de la exitosa restructuración de la deuda soberana, que se concrete el acuerdo pendiente con el FMI.
Propuestas
El balance no estaría completo sin que se efectúen propuestas concretas. Estas propuestas son complementarias a la resolución de las cuestiones estructurales pendientes antes mencionadas y no las reemplazan. Mientras tales cuestiones estructurales se superan, siguen a continuación proposiciones para su adopción rápida, no como recetas prescriptivas sino como meras ideas, por naturaleza perfectibles, para propiciar el debate:
- Profundización del MATER. Este mercado de contratos libremente pactados funciona bien y puede expandirse evaluando algunas de las siguientes ideas:
- Permitir que las distribuidoras y cooperativas puedan ser parte de este mercado y de los contratos que se conciertan en su ámbito.
- Reestablecer el antiguo mercado a término y potenciar el mercado con la posibilidad de intercambios entre privados de energía eléctrica de fuente convencional.
- Analizar incentivos y modalidades adicionales para incrementar el ingreso gradual de grandes usuarios.
- Profundización de los intercambios internacionales. Es positivo recrear un mercado latinoamericano de agentes privados que puedan exportar e importar energía eléctrica complementándose con el MATER y a partir, no solamente de excedentes, sino también, de contratos de largo plazo.
- Proyectos de pequeña y mediana escala. Se sugiere evaluar la experiencia chilena en la materia (PMGD), así como la experiencia propia de MiniRen para potenciar un mercado de proyectos de entre 1 y 12 MW que puedan conectarse en redes de distribución, robustecer redes locales, diversificar suministros y traer beneficios a las comunidades, sin grandes necesidades de capital ni disponibilidad de redes de transmisión de media o alta tensión.
Conclusión
A la hora de cerrar estas líneas vuelvo a consultar la página de CAMMESA y el cubrimiento de la demanda con energía eléctrica de fuente renovable es ahora del 15,31%.
Es tarde en la noche y el viento hace que haya 1761 MW eólicos abasteciendo el sistema.
La imagen de decenas de aerogeneradores funcionando a lo largo de todo el país en el medio de una muy agradable noche de diciembre habla por sí sola.
La tecnología está y el consenso también. Espero que, en el 2021 y a medida que la pandemia empiece a ceder, la Argentina pueda continuar con énfasis por el camino de la energía propia, limpia y segura que es la energía eléctrica de fuente renovable.
* Esta columna de opinión fue publicada hoy en Energía Estratégica